Desde Las Fuentes
Arturo de las Fuentes
Uno de los grandes retos que tiene la frontera México – Estados Unidos es el tema del transporte, toda vez que, cerca del 80% del intercambio de mercancías entre ambos países se lleva a cabo por transporte terrestre, siendo los estados fronterizos, los que mayores movimientos presentan en esta materia.
Para Estados Unidos esto cobra mayor importancia si consideramos que se trata de uno de los cinco países con mayor extensión territorial del mundo, lo que implica una logística compleja, de grandes trayectos y, en consecuencia, de costos elevados, económica y socialmente para la distribución de sus mercancías a lo largo del territorio.
Texas, el segundo estado de mayor extensión territorial del país norteamericano, se ha convertido en un referente en temas de investigación e innovación en este sector, promoviendo el desarrollo de la industria del transporte autónomo.
Pero ¿qué es el transporte autónomo? Se trata de camiones que operan sin conductor, con tecnología que consiste básicamente de radares, escáneres láser, cámaras y antenas GPS que se comunican con el software de conducción. ¿Qué ventaja representa este tipo de transporte? una forma de reducir costos y riesgos, ya que, a diferencia de los conductores humanos, los vehículos autónomos no se cansan ni requieren descansos obligatorios.
Ahora bien, vale la pena señalar que no es casualidad que Texas sea uno de los estados pioneros en esta materia. Este estado tiene una de las mayores infraestructuras de transporte, su clima soleado es óptimo para los sensores de los camiones, cuenta con una infraestructura humana muy sólida en materia de investigación e ingeniería calificada, y el estado importa, por carretera, cerca del 85% de sus productos provenientes de México.
Debido a todas estas ventajas y características, desde 2017, el Departamento de Transporte de los Estados Unidos (USDOT) nombró a Texas uno de los campos de pruebas nacional de vehículos automatizados (AV) para las pruebas de tecnologías de vehículos conectados y automatizados, designando al estado como líder en la investigación y desarrollo de nuevas tecnologías de transporte que podrían hacer que las carreteras sean más seguras y menos congestionadas.
A partir de esta designación, el proyecto comenzó a recibir el apoyo de los legisladores y actores políticos que se ha mantenido durante los últimos años. En 2018, a iniciativa del gobernador Greg Abbott, se promulgó una novedosa ley que otorgó, a los vehículos autónomos, el mismo estatus que los vehículos tradicionales, permitiéndoles operar con la condición de contar con seguro y, por supuesto, el respeto de las normas de tránsito.
Por su parte, el Departamento de Transporte de Texas, institución especializada en este sector, integró una comisión para fomentar el desarrollo de los vehículos autónomos en el estado. Con ello, se unió a otros espacios de investigación como el Instituto de Transporte de Texas A&M (TTI), el Centro de Investigación de Transporte (CTR) de la Universidad de Texas en Austin, el Instituto de Investigación del Suroeste (SwRI) y 32 socios municipales y regionales para formar la Asociación de Terrenos de Prueba AV de Texas.
Cuatro empresas se han destacado durante los últimos años en materia de investigación e innovación de este sector en el estado: Waymo, Embark, Uber y Aurora, las cuales, ya han desarrollado las primeras rutas y comenzado a operar con pruebas piloto. De acuerdo con los primeros resultados y las proyecciones hechas por estas empresas, mientras un viaje de Los Ángeles a Dallas le toma a un conductor un promedio tres días, a un camión autónomo sólo le tomaría 24 horas, sin gastos de viáticos u horas extras, reduciendo de esta manera, el costo logístico a menos de la mitad de lo que implica un viaje tradicional.
Finalmente, vale la pena señalar que la industria del transporte es uno de los sectores medulares en la relación bilateral México – Estados Unidos. El desarrollo del transporte autónomo constituye un avance relevante que pretende garantizar la seguridad y competitividad de los estados fronterizos norteamericanos, a la vez que constituye, para nuestro país, un reto enorme en el que se tendrá que comenzar a trabajar, si lo que se pretende es homologar los estándares y garantizar el desarrollo compartido.
Este trabajo requerirá investigación compartida entre actores públicos, privados, academia y centros de investigación especializados que deberán cooperar con la contraparte estadounidense, a fin de comenzar a establecer los primeros cimientos de lo que podría ser un transporte autónomo regional de América del Norte a mediano o largo plazo.
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