Todas las regiones del mundo experimentaron fenómenos extremos en sus ciclos de lluvias el año pasado, en forma de inundaciones y sequías, y miles de millones de personas tuvieron problemas en el acceso a agua dulce, según un novedoso informe de la ONU publicado este martes.
Amplias zonas del planeta tuvieron un tiempo más seco de lo normal en el año 2021, indicó la Organización Meteorológica Mundial (OMM), una agencia de Naciones Unidas, en su primer informe anual sobre recursos hídricos a nivel global.
El informe evalúa el impacto del cambio climático, medioambiental y social en los recursos hídricos, para que puedan gestionarse mejor frente a una demanda cada vez mayor.
“Los impactos del cambio climático suelen manifestarse por medio del agua, con sequías más intensas y frecuentes, inundaciones más extremas, lluvias estacionales más irregulares y la aceleración de la fusión de los glaciares, y generan efectos en cascada en las economías, los ecosistemas y todos los aspectos de nuestra vida cotidiana”, indicó el secretario general de la OMM, Petteri Taalas.
Alrededor de 3.600 millones de personas tienen además un acceso “inadecuado” al agua dulce al menos un mes al año. Una cifra que podría superar los 5.000 millones en el año 2050, según el informe.
Entre 2001 y 2018, el 74% de los desastres naturales tuvieron que ver con el agua, apunta la ONU.
Inundaciones devastadoras
El informe de la OMM analizó el flujo fluvial en diversas cuencas del mundo, y lo comparó con el promedio del período hidrológico de los últimos 30 años.
La superficie terrestre con un flujo fluvial inferior a la media fue dos veces mayor que la superficie por encima de la media, destacó la OMM a modo de resumen.
En detalle, entre las zonas más secas recientemente, el informe destacó “la zona del Río de la Plata en América del Sur, donde una sequía persistente ha afectado a la región desde 2019, el sur y el sureste de la Amazonía, y algunas cuencas de América del Norte, por ejemplo, las de los ríos Colorado, Missouri y Mississippi”.
En cambio, “se observaron caudales fluviales mayores de lo normal en algunas cuencas de América del Norte, el norte de la Amazonía y África meridional (Zambezi y Orange), así como en China (la cuenca del río Amur) y el norte de la India”.
En cuanto al almacenamiento terrestre de agua -es decir, el agua que se encuentra en la superficie y la subsuperficie terrestre-, las tendencias negativas fueron más fuertes que las positivas.
El almacenamiento fue inferior a la media de los últimos veinte años en la costa oeste de Estados Unidos, la zona central de América del Sur y la Patagonia, entre otras regiones.
Por otro lado, fue mayor de lo normal en la cuenca del Amazonas, la zona central de África y el norte de China.
“Algunas de las zonas críticas se ven exacerbadas por la sobreexplotación de las aguas subterráneas con fines de riego. La fusión de la nieve y el hielo también tiene un impacto considerable en varias zonas, entre las que se incluyen Alaska, la Patagonia y el Himalaya”, añadió la OMM.
La importancia de la criosfera
Las mayores reservas de agua dulce del mundo se encuentran en la criosfera, es decir allí donde hay hielo y nieve, en los glaciares, los casquetes polares o el permafrost.
El hielo de las montañas alimenta los ríos y es una fuente de abastecimiento de agua dulce para 1.900 millones de personas, estima la OMM, de manera que su derretimiento repercute “en la seguridad alimentaria, la salud humana y la integridad y el mantenimiento de los ecosistemas”.
Por ello, la agencia de la ONU instó a las autoridades a acelerar la introducción de planes de alerta temprana para prevenir sequías e inundaciones, y aminorar el impacto de estos fenómenos extremos.
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