PULSO
Eduardo Meraz
El gran éxito -si así puede llamársele- del saliente presidente totalmente Palacio Nacional, es haber dividido a la sociedad. La visión oficial no reconoce ningún mérito a la candidata opositora y en el otro sector, a la abanderada gubernamental tampoco.
Visto de esa manera, ninguna de los aspirantes a la Primera Magistratura -hombre y mujeres- reúne las cualidades necesarias para tomar las riendas del país. Y esa es la deseada óptica palaciega que quiere instaurarse, por si la elección resulta diferente a lo planeado desde el zócalo.
Y eso ya se empieza a distinguir. Durante la reunión de los banqueros, fue notoria la distancia que los tres candidatos tomaron del ejecutivo federal, con lo cual su legado empieza a quedar desdibujado y en algunos casos desechado.
En otros términos, para Claudia Sheinbaum, Jorge Álvarez Máynez y Xóchitl Gálvez mucho de su proyecto de nación, carecen de méritos suficientes para ser continuados en su esencia.
El lema primero los pobres cederá su lugar, en el mejor de los casos, por el de prosperidad compartida y sus ideales de estatización militar de obras y seguridad pública serán revisados y muy probablemente reorientados, como dejó entrever la abanderada del oficialismo.
Por cuánto a Álvarez Máynez y Xóchitl Gálvez tienen una concepción bastante diferente de la cuatroteísta, sobre todo en materia económica, seguridad y combate a la corrupción que, en el presente sexenio arrojan resultados negativos.
Consciente de la imposibilidad de una continuidad y en un escenario donde el sufragio de los ciudadanos tampoco lo garantiza, el presidente sin nombre y sin palabra no quiere quedar desprotegido y a merced del juicio ciudadano.
De ahí su reiterada intromisión en el proceso electoral, pues teme que el 2 de junio no se defina con claridad a un ganador de manera indubitable, por lo cual ha instruido a su mayoría en el Congreso a blindarlo y otorgarle poderes supraconstitucionales.
Sin mayor mérito que su autoritarismo, el mandatario saliente se ha esmerado en contar con la “colaboración” poco disimulada de las autoridades electorales, ya sea por las buenas o por las malas.
Y eso queda de manifiesto ante las fallas recurrentes en la organización del proceso electoral de parte del árbitro y la falta de carácter sancionador de los magistrados. Yerros y omisiones tan burdos, que generan dudas sobre su autonomía, independencia y voluntad de garantizar el respeto al voto, en su sentido más amplio.
En el proceso 2023-2024 hemos sido testigos de cómo la nueva configuración del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y del Instituto Nacional Electoral se ha traducido en demérito de su funcionamiento, desde cuestiones meramente administrativas hasta en la designación de funcionarios.
Aún cuando parecen aumentar la polarización y los ataques de uno y otro lado dentro del proceso de cambio de gobierno, será mérito de los ciudadanos una votación copiosa y en paz.
¡Pobre México: tan cerca del mandatario palaciego y medio lejos de la democracia!
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
¿Para qué quiere el oficialismo manejar el ahorro de los trabajadores, si de por sí se ha financiado por 3.3 billones de pesos provenientes de las Afores?
@Edumermo
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