PULSO
Eduardo Meraz
Mientras el crimen organizado prefiere hacer actos propagandísticos y publicitarios, matando gente, incendiando negocios, subiendo videos de masacres o mostrando su arsenal, la familia presidencial lo hace exhibiendo la “bon vivant” a la cual arribaron después de largos años de penurias, claro, sin necesidad de vender gelatinas o tamales de chipilín.
Si usted considera, en ambos casos, tales actos como impropios y apartados de los principios y valores de la cuarta transformación emprendida por el mandatario totalmente Palacio Nacional, estaría en lo correcto, pero la manga ancha otorgada por el titular del ejecutivo da para eso y más.
Si él mismo gusta publicitar sus humildes aposentos en cuanto tiene oportunidad de hacerlo, para desde ahí pontificar que el dinero no es la vida, sino solo vanidad, al enseñar los eternos y solitarios 200 pesos de su cartera y predicar la pobreza franciscana de su administración, con un saldo tres billones de pesos de deuda adicionales a cuando asumió el poder.
Tampoco se piense mal del uso de camionetotas machuchonas para sus traslados. No se trata de ostentación alguna, sino una de las formas como el pueblo le da protección, no sólo al él sino a sus invaluables colaboradores que, con toda seguridad, únicamente deben tener dos pares de zapatos y su vestimenta procede de saldos o marcas pirata.
Y en el último baile de la cumbancha, el pasado fin de semana se publicitaron y se hizo propaganda desmedida por la celebración de los 15 años de la hijastra del primogénito presidencial, José Ramón López Beltrán, con una fastuosa fiesta en Culiacán, Sinaloa, en donde brilló por su ausencia la medianía juarista tantas veces exaltada por el presidente sin nombre ni palabra.
Tales muestras de poder, a cargo del representante del pueblo bueno y sabio, de manera obligada nos traslada a otros escenarios menos glamorosos, con menos artificios, donde el fuego no es de mentiritas sino verdadero: cada hora, en promedio, asesinan a tres mexicanos y uno más desaparece sin que el habitante temporal del palacete virreinal se inmute o condene tal barbarie.
En recientes semanas hemos sido testigos de actos propagandísticos y publicitarios atroces en Jalisco, Michoacán, Tamaulipas. Pero a cambio, el gobierno cuatroteísta nos llena los ojos y oídos con un capítulo rosa en Sinaloa.
Cuadro comparativo, donde se distingue el comportamiento violento y agresivo en exceso de los cárteles competidores de la banda sinaloense, en cuyos dominios todo es paz y tranquilidad. En una de esas, el mandatario innombrable se anima a inaugurar la carretera de Badiraguato, pues ya tiene un buen rato sin visitar esas añoradas tierras.
Desde la óptica de Palacio Nacional, los más de 165 mil asesinatos cometidos en la presente administración, no deben ser motivo de inquietud o sobresalto; la propaganda oficial asegura que son hechos publicitarios con tal de afectar la buena imagen presidencial.
Aceptar esta visión cuatroteísta de “normalizar” la violencia, estaría encaminada a promover la aceptación de este ritmo de muerte, ante cualquier eventualidad que pudiera presentarse en el inminente proceso electoral nacional y subnacional, desde su inicio y hasta su calificación final, con resultados adversos al oficialismo.
Sin duda seremos testigos, en los meses por venir, de actos propagandísticos y publicitarios tanto de parte del gobierno como del crimen organizado, tratando de diferenciarse unos de otros, aunque en el fondo persigan el mismo objetivo.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Dantesco lo que sucede en Movimiento Ciudadano, pues algunos de sus más distinguidos militantes han dicho “naranjas” a algunas propuestas de su fundador y dirigente nacional.
@Edumermo
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