El Partido Demócrata resistió mejor de lo esperado en las elecciones de mitad de mandato en Estados Unidos, privando a Donald Trump de la “ola” con la que el republicano contaba para reconquistar la Casa Blanca, una aspiración que se topa ahora con la del posible rival Ron Desantis tras su contundente victoria en Florida.
Los republicanos parecían conseguir las victorias necesarias para hacerse con la mayoría en la Cámara de Representantes, pero con una distancia mucho más corta de la que aspiraban.
En cuanto al Senado, el campo del presidente de 79 años le arrebató el escaño más disputado a los republicanos en esta elección.
La victoria del demócrata John Fetterman en Pensilvania, en una noche extremadamente tensa marcada por un laborioso recuento de votos, ofreció a Biden la esperanza de retener el control de esta cámara, donde los republicanos habían tenido una leve ventaja en las encuestas.
La composición final del Senado depende de algunos estados clave como Arizona, Nevada, Georgia y Wisconsin, donde el conteo de estos votos podría llevar varios días.
El veredicto de las elecciones fue más claro en las carreras por los gobernadores de los estados republicanos, como Greg Abbott, promotor de políticas migratorias duras en Texas, o la victoria aplastante de la estrella emergente Ron DeSantis en Florida, consolidando su estatus como uno de los principales candidatos potenciales a la Casa Blanca en 2024.
“No es una ola republicana”
Después de una feroz campaña centrada en la inflación, los republicanos confiaban en sus posibilidades de privar a Biden, un presidente con un índice de popularidad anémico, de sus mayorías en el Congreso.
Organizadas dos años después de la elección presidencial, las elecciones de mitad de mandato actúan casi sistemáticamente como un referéndum sobre el ocupante de la Casa Blanca.
En el campo republicano reinaba una sensación de optimismo. El “Grand Old Party”, incluso, apuntaba a escaños en distritos electorales donde se suponía que los demócratas ganarían con firmeza.
Aunque según las últimas encuestas tenía buenas posibilidades de obtener entre 10 y 25 escaños en la Cámara Baja -incluso 30-, la oposición republicana se vio obligada a revisar sus ambiciones a la baja.
“Está claro que vamos a recuperar la Cámara de Representantes”, se limitó a lanzar el líder republicano Kevin McCarthy, en medio de la velada.
“No es una ola republicana, eso seguro”, admitió el influyente senador Lindsey Graham, amigo cercano de Trump, en NBC.
DeSantis en lucha
Entre los gobernadores estatales (36 de estos cargos estaban en juego el martes), el partido de Biden logró retener el control del estado de Nueva York, donde los republicanos creían que podían derrocar a la gobernadora Kathy Hochul.
Los demócratas también le arrebataron dos gobernaciones a los republicanos: en Maryland y Massachusetts, donde Maura Healey será la primera mujer abiertamente lesbiana en liderar un estado. Biden la llamó de inmediato para felicitarla.
El campo demócrata todavía no se había manifestado sobre Arizona, donde el desenlace de la carrera entre la trumpista Kari Lake, dada como favorita, y la demócrata Katie Hobbs seguía siendo una incógnita.
“Estoy listo para esperar lo que sea necesario”, dijo John Mueling a la AFP bajo su sombrero de vaquero, en el lujoso rancho donde el Partido Republicano celebró su noche electoral, en las afueras de Phoenix.
En este estado de Arizona, el expresidente sembró dudas sobre la regularidad de las operaciones de votación, citando incidentes técnicos muy localizados que afectaron las máquinas de votación.
A medida que avanzaba la noche, ansioso por evitar cualquier crítica a los resultados republicanos, Trump dijo que su partido estaba teniendo una “gran noche” de elecciones. Y acusó a los demócratas y a los medios de “noticias falsas” de hacer todo lo posible para minimizar los éxitos de sus filas.
El multimillonario había apostado a una contundente victoria de sus candidatos para lanzarse con los mejores auspicios a la carrera presidencial de 2024. En ese sentido, prometió “un anuncio muy grande” el 15 de noviembre.
Es también una forma de quitarle fuerza al triunfo de Ron DeSantis, uno de sus posibles rivales por la nominación republicana, como gobernador de Florida.
Estrella en ascenso del campo conservador, DeSantis se felicitó en un discurso ofensivo por haber hecho de este estado sureño, considerado durante mucho tiempo inclinado a veces a la izquierda, otras a la derecha, una “tierra prometida” para los republicanos. “Apenas estoy comenzando la lucha”, prometió el gobernador de 44 años.
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