Línea Fifí
Por Martín de J. Takagui
Desde toda la vida se sabe que en México hay elecciones presidenciales cada seis años y que en 2024 se votará por el sucesor de Andrés López Obrador. La coalición Va Por México, integrada por PRI, PAN y PRD veía muy lejana esa fecha y, a sabiendas de cómo se prepara a un candidato, hoy no tienen ni siquiera, entre los tres partidos, a alguien que pudiera ser medianamente competitivo contra quien resulte ser el candidato o candidata de Morena.
Los partidos opositores se dedicaron a ver hacia adentro, como siempre lo han hecho y como siempre les han costado las derrotas en los procesos electorales, no platicaron, no vieron al futuro y desde la perspectiva de que su objetivo, como partidos políticos es ganar elecciones.
También se olvidaron de que el voto duro de estos partidos tradicionales, muy vistos por la sociedad mexicana, ya no es suficiente para ganar una elección presidencial, como lo hizo el ahora decadente y casi inexistente Partido Revolucionario Institucional, gracias a las ineficiencias, latrocinios y prácticas corruptas de Alejandro Moreno Cárdenas.
Aunado a ello, el tal Alito o AMLITO, obstruyó y casi desintegra a Va Por México, tratando de congraciarse con el presidente López Obrador y con Morena, votando a favor de los caprichos presidenciales, con tal de salvar su corrupto pellejo, porque ya tenía un pie en el desafuero y otro en la cárcel.
En el PRD Jesús Zambrano, ya sin Jesús Ortega a la vista, también se dedicó a ver cómo mantener a sus militantes y sus raquíticas cifras de votación, pues de no ser por la coalición, desde los comicios de 2018 habría perdido el registro como partido político nacional.
Por lo que hace al PAN, que es el que conserva en mejor forma su integridad, y permanece como segunda fuerza política del país, el dirigente Marko Cortés se ha dedicado a ver por sus cuates, por sus intereses y no por su partido ni por sus cuadros políticos.
La dirigencia ha optado por la fácil, dejando que Santiago Creel Miranda, presidente del Congreso de la Unión intente moverse para revivir los tiempos de hace 18 años, cuando desde la Secretaría de Gobernación intentaba alcanzar la candidatura presidencial para 2006.
En ese escenario de mediocridades políticas nadie pensaría que alguno de los políticos tradicionales de los tres partidos pudiera ser un candidato presidencial, pues desaprovecharon la oportunidad de reorganizarse, para fortalecer e impulsar a un liderazgo nuevo, fresco y con capacidades que les permita restarle algunos cuantos votos a Morena.
Ante la inacción de los partidos opositores, tuvo que brincar al ring alguien, que no es nadie, políticamente hablando, pero que podría haber crecido y podría haber aglutinado los apoyos de quienes ostentan el poder económico para lograrlo.
Al inicio de esta semana, Gustavo de Hoyos salió a la escena de la opinión pública con un video en el que se autopresenta y autopromueve como aspirante a la Presidencia de la República, pidiendo a los partidos opositores que volteen a verlo; con un discurso agresivo, ciudadano y con una propuesta de acabar con la inseguridad del país y con los abusos a las mujeres, con la idea de renovar los servicios de salud y generar un nuevo plan educativo y atender en lo inmediato las exigencias estadounidenses para frenar la migración.
Ufff, ¿más de lo mismo? Podrían decir los analistas, pero en realidad, nadie aspira ni llega a la presidencia con intenciones de joder al prójimo, como lo dijo el ex presidente Enrique Peña Nieto “yo no me despierto en la mañana pensando a quién voy a joder hoy”. Es verdad, pero aquí lo importante no es lo que pienses como presidente o como candidato, sino de quién te rodeas para hacer el bien al país.
Si Gustavo de Hoyos, ex dirigente de la Coparmex, se hubiera lanzado desde antes, hubiera criticado, hubiera hecho propuestas y organizado foros, convenciones, diálogos y conferencias, hoy estaría pintadito para ser el abanderado sin partido de una coalición ganadora, como podría haberlo sido Va Por México.
Pero ni los partidos ni los suspirantes se pusieron las pilas para prepararse. Hoy todos, partidos, aspirantes, y la sociedad mexicana estamos condenados se seguir siendo gobernados, por lo menos durante los próximos seis años por los llamados Moreno.
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