Por Jorge Manrique, Rector del Colegio Jurista y Director de Gobierno de Calidad, consultoría de políticas públicas
Surgen nuevas tendencias para evaluar la riqueza de los países. Se trata de una visión holística que deberá regir los comportamientos de gobernanza pese a que sus planteamientos aún resultan incipientes.
Los nuevos métodos estadísticos incluyen componentes vitales de prosperidad, como la naturaleza para vínculos sociales que actualmente está ausente de la contabilidad nacional. Algunas cimientes para esta visión integral de riqueza son los informes de «Riqueza Inclusiva» producidos por las Naciones Unidas y el marco de «Contabilidad Nacional Verde» de la India. Ambos basados en estudios de la Universidad de Cambridge.
En tales estudios se consideran elementos impensables en las estadísticas tradicionales de riqueza, como los cambios en el «capital natural» o purificación del aire, con efectos directos en la salud humana. Se trata de parámetros que inciden en las posturas gubernamentales para abordar la pérdida de biodiversidad y la desigualdad regional, por ejemplo.
Esta nueva perspectiva de avaluación va más allá del Producto Interno Bruto (PIB), métrica que por más de 70 años prevaleció en todas las naciones. El breve acrónimo representaba la suma total de la riqueza de un país.
De hecho, el PIB se utilizó por los economistas desde el final de la última guerra mundial para rastrear a los corredores en la carrera global por la prosperidad.
Aún ahora, el PIB aumenta el valor de las cosas y los servicios producidos por un país determinado para proporcionar un solo número utilizado para clasificar las economías nacionales y demuestra ser un incentivo poderoso para hacer las cosas.
Pero el reinado del PIB sobre la macroeconomía llega ahora a su fin. Creado por dos graduados de Cambridge que trabajaban en el Gabinete de Guerra del Reino Unido en la década de 1940, el PIB tiene un costo ecológico devastador: Vastas extensiones del mundo natural fueron aniquiladas para aumentar el PIB, y los bienes y servicios impulsaron la desigualdad global durante décadas.
En resumen, el PIB ya no es adecuado para su propósito. La historia del PIB es realmente sobre si podemos permitirnos ir a la guerra. Como sistema de contabilidad, excluye los cálculos que son fundamentales no solo para la prosperidad económica sino para la vida en la Tierra.
Esto porque el PIB ignora naturaleza, y todo lo que proporcionan los ecosistemas, desde materias primas para aire limpio. Ignora los vínculos sociales que nos vinculan a los empleadores y las comunidades y la confianza en las instituciones, factores que resultan vitales para generar nuevo conocimiento y mejorar la productividad.
Asimismo, ignorar la salud y habilidades de poblaciones enteras ya resulta obsoleto. Asimismo, enfocarse en el PIB sin considerar la degradación ambiental, perjudica los ecosistemas globales y socava la cohesión social.
Medir la riqueza, ahora, debe incluir la naturaleza y el bienestar humano. El acceso a la educación, la atención médica, la justicia, así como el grado en que las personas están protegidas de los riesgos de conflicto, indigencia o agitación social, todos estos son fundamentales para la prosperidad.
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