Por Felipe Vega, fundador y director general de CECANI Latinoamérica, empresa de capacitación de asociaciones civiles y otras figuras no lucrativas
A medida que se extiende el uso de la tecnología, aumentan sus riegos e implicaciones en los Derechos Humanos. Se trata de amplias posibilidades de productividad, desarrollo y creatividad, pero también deben analizarse las posibles consecuencias que determinadas soluciones pueden conllevar al impactar la manera en la que interactuamos, compartimos y trabajamos.
Sin la implementación adecuada, la Inteligencia Artificial (IA) podría tener efectos profundamente negativos, como disminuir la privacidad de los trabajadores y facilitar la discriminación salarial y laboral.
Por ejemplo, los empleadores ya utilizan sistemas de vigilancia impulsados por IA para rastrear a sus trabajadores de numerosas maneras. Se argumenta que esto aumenta la eficiencia, productividad e incluso la seguridad al evitar comportamientos riesgosos.
Sin embargo, el malestar por el uso de la vigilancia de la IA aumenta. Consideran pernicioso que las empresas usen IA para grabar lo que los trabajadores hacen en sus computadoras y rastrear sus movimientos mientras trabajan.
En 2022 la Casa Blanca dictaminó: «La vigilancia y el seguimiento continuos no deben utilizarse en la educación, trabajo, vivienda ni en otros contextos en los que el uso de las tecnologías de vigilancia pueda limitar los derechos, oportunidades o acceso». Algunos estados incluso promulgaron restricciones a dicho monitoreo de empleados o requieren que se notifique a los trabajadores.
Mientras esto ocurre, hasta el 83 por ciento de los empleadores y casi todas las empresas de Fortune 500 utilizan la automatización para seleccionar o clasificar a los posibles candidatos, por lo que las herramientas de IA podrían discriminar «involuntariamente» a los candidatos.
Podrían «afectar apreciablemente las perspectivas profesionales futuras, los medios de vida . . . y los derechos de los trabajadores».
Por ejemplo, no hay un salario fijo por hora para la mayoría de los trabajos temporales. En cambio, a los trabajadores se les ofrecen trabajos que pueden aceptar o rechazar y las tarifas varían según las condiciones externas. Las compañías de viajes compartidos recopilan información sobre los conductores que les permite predecir qué trabajador podría aceptar una tarifa más baja, o incluso «predecir la cantidad de tiempo que un conductor específico está dispuesto a esperar una tarifa», lo que les dificulta cumplir una meta de ganancias diarias.
Es importante visualizar las maneras en las que la IA puede afectar los derechos de los trabajadores o crear sesgos aparentemente imperceptibles que ahonden en la discriminación e inequidad de oportunidades. Por supuesto, hay un enorme trayecto legal para esto.
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