El Gobierno estadounidense reafirmó este domingo que México es un «aliado» en la lucha contra el tráfico de fentanilo, a pesar de los comentarios del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, quien niega que ese opioide se produzca en su país y considera que EE.UU. es quien debe abordar ese problema.
«Son un aliado y tenemos una relación muy cercana», dijo este domingo en una entrevista con la cadena NBC el secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, quien juega un papel central en la política antinarcóticos de Estados Unidos y en la relación con México.
Mayorkas restó importancia a los comentarios públicos sobre el fentanilo que ha hecho López Obrador, conocido popularmente como AMLO, y afirmó que, en territorio mexicano, agentes de ambos países están colaborando estrechamente para hacer frente a los carteles.
«No puedo hablar sobre sus comentarios públicos», respondió Mayorkas cuando se le preguntó por las declaraciones de López Obrador. «Pero puedo hablar de lo que está sucediendo en el terreno en términos operativos. Trabajamos muy de cerca con nuestros socios mexicanos», añadió.
Los legisladores del Partido Republicano de EE.UU. y López Obrador llevan ya meses enzarzados en una guerra de declaraciones sobre quién es el culpable del tráfico de fentanilo.
Los republicanos han pedido al Gobierno de Joe Biden que declare a los carteles «organizaciones terroristas» y que haga que las fuerzas armadas estadounidenses los combatan «estén donde estén», incluido dentro de México, lo que López Obrador interpreta como una violación de su soberanía.
De hecho, el presidente mexicano ha llamado «mequetrefes e intervencionistas» a quienes proponen el uso del Ejército de Estados Unidos dentro de México y ha llegado a considerar que las familias estadounidenses son responsables de las sobredosis de fentanilo por no abrazar lo suficiente a sus hijos.
El fentanilo es un potente analgésico que es entre 50 y 100 veces más potente que la morfina y suele usarse para tratar enfermedades como el cáncer.
Sin embargo, debido a su gran potencia, también se usa para aumentar la potencia de la heroína y actualmente es responsable de la muerte de unas 200 personas al día en Estados Unidos, según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades
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