PULSO
Eduardo Meraz
Su respeta su palabra -de lo cual nunca se está seguro-, le queda un año al presidente totalmente Palacio Nacional para dejar el cargo e irse para nunca más volver, con lo cual México y sus habitantes iniciaran una forma distinta de pacto social.
Aun cuando es sabido y comprobada la pérdida de poder del ejecutivo federal en su último año de gestión, en el caso del mandatario palaciego, la reconfiguración de fuerzas tendrá más sobresaltos hacia el interior de su movimiento, respecto de la oposición.
Tanto alentó a sus adversarios a unirse, hasta finalmente lograrlo. Situación diametralmente opuesta a los acontecimientos en Morena, donde la designación de una nueva «bastonera» no ha ido acompañada de la conjunción de objetivos partidistas.
Conforme la palabra presidencial se vaya diluyendo con el pasar de los días, saldrán a flote todos los intereses soterrados de las distintas corrientes guindas, en busca de un mejor posicionamiento una vez extinguida la figura del aún líder del movimiento.
Las escaramuzas vistas en las semanas recientes, sacan a flote las heridas, prejuicios y resentimientos de quienes se sometieron a la voluntad unipersonal del habitante temporal del palacete virreinal.
No son pocos los anhelantes de empezar a cobrar favores y fidelidades; los no invitados hasta el momento a la mesa, querrán asegurarse un lugar futuro por los servicios prestados. Y no parece haber la fuerza suficiente en la chica de la cola de caballo para contener los apetitos de los desplazados.
La pretensión de alcanzar 35 millones de votos para Morena y aliados en 2024, como ha señalado Claudia Sheinbaum, está sujeta con alfileres, pues el reacomodo inminente con socios y poderes fácticos puede resultar contrario a los intereses del oficialismo.
La iglesia católica, algunos sectores empresariales, el crimen organizado y hasta la milicia han hecho saber su necesidad de preservar prebendas y canonjías alcanzadas a partir de 2019. Para lograrlo, no dudarán en hacer valer su peso específico en la definición de planes y proyectos de gobierno.
El legado del mandatario sin nombre y sin palabra, en forma alguna debe interpretarse como herencia automática, para una persona en particular. Muchos son quienes se sienten herederos únicos y universales y harán hasta lo imposible por tener, al menos, una tajada.
En la casa de enfrente, también están aprendiendo a trabajar en conjunción, por lo cual la salida del presidente tal vez no sea por la puerta principal.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Si bien el país no se le deshizo en las manos, el último tramo puede convertirse en el waterloo del morenismo y su guía.
@Edumermo
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