Por José Luis Uribe Ortega
En México la muerte es motivo de celebración: coloridos altares, panteones iluminados, calles tapizadas de anaranjado con la flor de cempasúchil, comida, bebida, música, calaveras y catrinas, todo esto para honrar la memoria de los que ya no están. Es una tradición emblemática de la cultura mexicana. En 2003, la Unesco la declaró Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
El Día de Muertos tiene origen en raíces indígenas de culturas autóctonas de Mesoamérica, según historiadores, para fusionarse con las creencias católicas y dar lugar a una festividad que evoluciona con el paso del tiempo. El culto a la muerte era común entre las culturas prehispánicas. Por lo tanto El Día de Muertos no solo consiste en elaboración de altares y colocación de ofrendas.
En época prehispánica, los indígenas rendían tributo a la muerte en la última semana de octubre y primeros días de noviembre. Para ellos, la muerte era el inicio del viaje al Mictlán, -lugar de los muertos-, donde el alma del difunto debía atravesar obstáculos y llegar con los dioses Mictlantecuhtli y Mictecacíhuatl. Para conseguir el descanso eterno, se les debía hacer una ofrenda.
Durante la Conquista de México, algunos sacerdotes españoles fusionaron la celebración del Día de Muertos con la tradición católica de Todos los Santos o de los fieles difuntos, el primero y 2 de noviembre.
Por lo tanto, la celebración actual del Día de Muertos, es mezcla de culturas precolombinas y novohispanas. El origen de esta tradición, pues, proviene de esta conmemoración que los indígenas realizaban en tiempos prehispánico. La historia de una tradición ancestral: Día de Muertos
El culto a la muerte
Cada sociedad afronta la muerte de maneras diferentes pero los mexicanos lo hacen de una manera muy particular. Son varios días de fiesta y ritual para recordar a seres queridos y familiares cuyas almas, según la costumbre, vuelven por una noche a compartir con el mundo de los vivos. Todo comienza a finales de octubre, pasando por el primero de noviembre, dedicado al alma de los niños, para terminar el 2 de noviembre, destinado al espíritu de los adultos.
Y para recordarlos y recibirlos en su regreso al mundo terrenal para compartir con los vivos se montan altares llenos de colores, sabores y olores: flores de cempasúchil, calaveras de azúcar y chocolate, pan de muerto, agua, velas, fruta, vino, mole y toda la comida y bebida favorita de nuestros antepasados.
El culto a la muerte era común entre culturas prehispánicas. Cuando alguien moría era enterrado envuelto en un petate y sus familiares organizaban fiesta con el fin de guiarlo en su recorrido al Mictlán. (Según el Gran Diccionario Náhuatl, Mictlán significa “infierno” o “lugar de muertos”, adonde llegaban los fallecidos por muertes naturales o comunes después de un proceso que les tomaba cuatro años).
Lo pueblos prehispánicos también colocaban ofrendas (comida que les gustaba, flores de cempasúchil que iluminaban su camino, entre otras) en sus rituales. Para estas culturas la muerte era parte de un ciclo y el destino de los muertos estaba marcado por la forma de vida que tuvo la persona.
Con la llegada de los españoles, se incorporaron otros elementos y prácticas que son un reflejo del sincretismo entre dos culturas: la cosmovisión de los pueblos indígenas y las creencias religiosas del catolicismo.
Sincretismo para honrar a la muerte
“Los europeos pusieron algunas flores, ceras, velas y veladoras; los indígenas le agregaron el sahumerio con copal y comida y flor de cempasúchil (Zempoalxóchitl)”, dice el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (Inpi) de México.
El historiador Héctor Zarauz, autor del libro “La fiesta de la Muerte”, señala los elementos que se fueron sumando durante la conquista.
“Las cruces, que son representaciones del catolicismo, o algunas bebidas que se añaden a la ofrenda para los muertos, bebidas destiladas que no existían antes. Como tampoco lo que es hoy muy tradicional, el pan de muerto, ya que entonces no existía la harina”, señaló el historiador a CNN.
Según Cristopher Rogel Blanquet/Getty Images: Otra forma del festejo tiene que ver con las llamadas “calaveritas” que, como cuenta a CNN el historiador Alejandro Rosas, surgen a finales del siglo XIX y van de la mano de las ilustraciones que publicaba José Guadalupe Posada, a quien se le atribuye la creación de lo que hoy se conoce como “La Catrina”, el símbolo más reconocido dentro y fuera de México del Día de Muertos.
Tradición siempre viva
A las ofrendas y las visitas a los panteones se han ido sumando otras prácticas en los últimos años que reflejan cómo ha ido evolucionando esta fiesta generación tras generación dando lugar, como señala la Unesco, a expresiones populares diversas con “diferentes significados y evocaciones de acuerdo con el pueblo indígena, comunidad o grupo que las llevan a cabo, en el campo o en la ciudad”.
Quizá el ejemplo más globalizado de esta evolución sea es el multitudinario desfile de catrinas que se lleva a cabo en la Ciudad de México después de que la película “Spectre”, de la saga James Bond, presentara una puesta escena de una visión folclorizada del Día de Muertos.
Como cada año en la Ciudad de México y en otras partes del mundo, en los próximos días se llevará a cabo el desfile de Día de Muertos en las calles principales de la capital mexicana para continuar la tradición recordar a las personas que ya no están con nosotros a través de una pasarela que expone los elementos clásicos de esta costumbre, como las catrinas, los mariachis, las calaveras, las flores de cempasúchil, entre otros.
El último domingo de este mes de octubre, se reunirían los amantes de una de las tradiciones mexicanas más admiradas alrededor del mundo, habrá un extraordinario despliegue de esculturas, vestuarios y otras piezas típicas de la iconografía de esta celebración.
Durante estos días, los mexicanos decoran altares, visitan cementerios y participan en diversas actividades que rinden tributo a la vida y la muerte. La festividad no solo se celebra en el hogar, sino que se extiende a pueblos y ciudades donde se organizan desfiles, ferias y ceremonias que preservan el legado cultural.
Celebraciones divergentes
Origen y curiosidades del día de muertos de México: Celebración de Noche de Muertos en Janitzio, Michoacán: Durante la noche del 1 de noviembre, las familias purépechas acuden al cementerio para adornar las tumbas con velas, flores de cempasúchil y alimentos. La atmósfera se llena de cantos y rezos que acompañan a los difuntos en su visita. La iluminación de las velas crea un ambiente único y místico, convirtiendo a Janitzio en un lugar especial para conocer esta tradición en su forma más auténtica.
La Ciudad de México se ha posicionado como centro importante para celebraciones del Día de Muertos. Desde hace años, se organiza un desfile de catrinas que recorre las principales avenidas de la capital. Además, la Mega ofrenda en el Zócalo es una de las más grandes del país, con instalaciones artísticas que rinden homenaje a diversas figuras de la cultura mexicana.
En Mérida, la celebración del Día de Muertos toma la forma del Paseo de las Ánimas, un recorrido que va desde el Cementerio General hasta el centro histórico de la ciudad. Esta procesión se realiza con altares, comparsas y personas disfrazadas de ánimas, recreando el camino que los difuntos recorren para visitar a sus familiares. Las ofrendas y los altares yucatecos incluyen elementos como el mucbipollo, platillo tradicional de la región que se prepara especialmente para estas fechas.
En Huaquechula, Puebla, los altares monumentales son el centro de la festividad. Estas ofrendas destacan por su compleja arquitectura, que incluye niveles decorados con flores, frutas, y objetos personales de los difuntos. Los altares en Huaquechula son considerados un patrimonio cultural por su gran detalle y simbolismo. Los visitantes pueden recorrer casas abiertas al público para admirar estas ofrendas, que son reflejo del sincretismo religioso y la devoción familiar.
Otros recorridos de México en el Día de muertos
El Festival de Calaveras en Aguascalientes es uno de los eventos más destacados del Día de Muertos. Inspirado en la obra de José Guadalupe Posada, creador de la famosa Catrina, este festival ofrece exposiciones de arte, desfiles, conciertos y talleres. La ciudad se llena de calaveras de papel maché, catrinas y representaciones de la muerte, mezclando arte y tradición en un ambiente festivo. Es una oportunidad para conocer el legado de Posada y la manera en que su obra influenció la iconografía del Día de Muertos.
Mixquic, un pueblo en la periferia de la Ciudad de México, es famoso por sus tradicionales ofrendas y rituales de velación. Durante el Día de Muertos, las calles de Mixquic se llenan de altares y flores de cempasúchil, mientras se llevan a cabo ceremonias como la «Alumbrada», donde los familiares iluminan las tumbas con velas durante la noche. Este lugar conserva prácticas ancestrales que reflejan la forma en que la comunidad honra a sus difuntos, ofreciendo una visión más íntima del Día de Muertos.
Por último, en Oaxaca, la celebración del Día de Muertos se destaca por su carácter festivo y comunitario. Las Muerteadas son comparsas que recorren las calles de los barrios, acompañadas de música de banda y disfraces de esqueletos. Este evento nocturno mezcla rituales de origen zapoteco con la festividad popular, mostrando una perspectiva única del Día de Muertos en el sur de México. Además, los altares de Oaxaca son conocidos por su colorido y por incluir productos locales como el pan de muerto con forma de yema.
Las celebraciones en distintas partes del país ofrecen actividades únicas, cada una con su propio toque regional.
- José Luis Uribe Ortega es un reconocido Periodista mexicano que posee múltiples reconocimientos y títulos Honoris Causa por sus aportaciones a la cultura mexicana y la preservación de valores ancestrales.
Discussion about this post