Migrantes que viven en un campamento improvisado cerca del río Bravo en Matamoros, Tamaulipas, realizaron una procesión el viernes para pedir el fin de las políticas opresivas que sufren las familias expulsadas de sus países de origen.
La procesión del Viacrucis fue organizada por sacerdotes jesuitas de Brownsville, Texas, quienes oficiaron una misa para los adultos y niños que viven en el campamento.
Con una cruz de madera hecha por los mismos solicitantes de asilo, los sacerdotes pidieron el fin del sufrimiento que experimentan los miles de personas que emprenden el viaje hacia los Estados Unidos. “Ellos nos muestran el rostro de Cristo crucificado, son un pueblo que emigra, es maltratado y abandonado, un pueblo crucificado, ¿cómo no ver las llagas de Jesús en sus rostros que lo han perdido todo y no tienen nada, viviendo en el barro?”, declaró el religioso Flavio Bravo.
Después de la liturgia, los participantes llevaron la cruz y caminaron por el campamento, que no tiene servicios básicos y donde viven alrededor de 1,400 extranjeros y desplazados mexicanos. La fe es fundamental para aumentar la esperanza de que pronto se resolverá su situación y podrán alcanzar su objetivo.
Algunos comparan vivir en carpas y sin servicios básicos como un calvario que deben soportar mientras esperan en la frontera norte de México y se aprueba su solicitud de asilo. “El calvario de los migrantes es fuerte, tenemos necesidades, como el agua para poder hacer nuestras necesidades”, dijo el venezolano Jairo Rincón.
El recorrido terminó a unos metros del Puente Nuevo con una oración por los migrantes que, a pesar de las circunstancias y la desesperación, mantienen su mirada en los Estados Unidos.
A pesar de la disminución de grupos en el campamento debido a la aplicación CBP One para la estancia legal en los Estados Unidos, los grupos han vuelto a aumentar debido a que el gobierno estadounidense está expulsando a personas por Matamoros.
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