Por Félix López, COO de Eureek’a, empresa de divulgación científica
Las fuerzas disruptivas cambian la naturaleza de la exploración espacial. Debido a los avances en la ciencia y la tecnología, los investigadores diseñan experimentos de manera diferente y abordan preguntas cada vez más complejas relacionadas con los datos, el descubrimiento y la colonización.
Debido a los cambios en la economía y en los modelos de financiación de la industria, las empresas comerciales privadas inician proyectos que el gobierno alguna vez lideró. Los empresarios multimillonarios apuestan por un futuro en el que los viajes públicos a Marte y de regreso sean realidad, no una utopía de la ciencia ficción.
En sí, las nuevas tecnologías y enfoques de investigación cambian drásticamente las misiones espaciales, al igual que el deseo de misiones tripuladas a Marte.
Los avances en la ciencia de los materiales ahora permiten desarrollar nanomateriales, biomateriales, sustancias más fuertes y ligeras que pueden llegar más lejos en el espacio pero utilizan menos recursos. Los científicos espaciales invitan ya a considerar aplicaciones que anteriormente parecían poco realistas.
Al mismo tiempo, existen importantes avances tecnológicos en la teleobservación por satélite, y el costo del acceso al espacio se reduce drásticamente. Estas son dos áreas que la ciencia espacial puede aprovechar.
Sería útil para la NASA, entonces, promover activamente la inversión privada y las asociaciones público-privadas para misiones científicas. Ofrecer premios por resultados científicos podría atraer capital de riesgo además de la filantropía.
Por lo pronto, hay muchas habilidades que aún no dominamos y que son absolutamente esenciales para la colonización y la extensión del esfuerzo humano en el espacio. Por ejemplo, sabemos lo que los humanos y los robots pueden hacer, pero desconocemos lo que conjuntamente pueden lograr. El trabajo en equipo humanos-robots es un área relativamente inexplorada.
Los tipos de inversiones que deberíamos hacer en el espacio son aquellos en los que cooperemos u habilitemos capacidades que ninguno de nosotros puede tener solo. Organizar la actividad en torno a la creación de una economía cis-lunar (región cercana a la luna) creará algo maravilloso para expandir la civilización humana.
Ahora, el futuro del espacio no es solo un problema de ingeniería, sino un problema biológico mucho más desafiante. Podemos resolver el problema de ingeniería: hay mucho esfuerzo e innovación en ese sector. Sin embargo, aún carecemos de innovación, ideas y fondos para comprender exactamente cómo reaccionarán las moléculas orgánicas en nuestros cuerpos y en las plantas a la radiación en Marte, y los tipos de niveles de radiación a los que nunca antes hemos estado expuestos.
Necesitamos más estudios sobre tecnologías de protección contra la radiación, por ejemplo. Si el objetivo es crear una colonia en Marte, tenemos que construir recursos y protocolos para hacer frente a los cambios fisiológicos y cognitivos que la radiación y otros impactos ambientales crearán.
Entonces, sería prudente considerar primero la creación de una base lunar para prepararse para la vida marciana. Incluso si pudiéramos construir colonias subterráneas, como esperan algunos inversores, el oxígeno seguirá siendo un problema, a menos que podamos clonar un conjunto de especies que no requieran oxígeno en absoluto, o que requieran menos.
En suma; la colonización de Marte bien podría requerir grandes saltos biológicos en términos de transformar a los humanos para que sean más adaptables.
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