Por Félix López, director de operaciones de Eureek’a, empresa de divulgación científica.
Se trata de un viejo misterio. E enigma que presenta las develaciones más sorprendentes en las últimas dos décadas. Algo tan indescifrable como fascinante que no podemos ignorar.
El hoyo negro es un área en el espacio donde hay muchísima gravedad y cualquier cosa es atraída a ella, es tanta, que ni la luz escapa de ella. Recordemos que la luz es la materia que viaja más rápido en el universo (300 mil km por segundo). No es un agujero que se coma las cosas, es un espacio que atrae las cosas y las comprime, no irradia luz, la atrae, por eso se ve negro.
Cuando se extingue una estrella muy grande puede dar origen a un agujero negro. Cuando las estrellas están en su etapa final ya no pueden soportar su propia gravedad, que es lo que las mantenía estables. Su propia gravedad las comienza a contraer con mucha fuerza con una gravedad billones de veces mayor que la que tenían originalmente.
La historia del término comienza así:
Era 1918 y faltaban más de 40 años para que se acuñara el término “hoyo negro”. La palabra “galaxia” se reservaba para el conjunto de estrellas y gases al que pertenece el Sol. Se debatía si había otros conjuntos parecidos en el Universo.
Hacía poco Henrietta Swan-Leavitt, del Observatorio Harvard College, había inventado una técnica para medir las distancias más grandes en el espacio. Con esa técnica Harlow Shapley descubrió casi por casualidad que el centro de la Vía Láctea está en la dirección de la constelación de Sagitario. Y en efecto, en esa dirección se ven más estrellas y más nubes de gas y polvo.
En 1933 un empleado de la compañía Bell Telephone recibió el encargo de identificar fuentes de interferencia que dificultaban las llamadas telefónicas intercontinentales, que se transmitían en ondas de radio.
Karl Jansky construyó una antena giratoria y detectó tres tipos de emisiones naturales de ondas de radio: dos que provenían de tormentas eléctricas y una venía del espacio. Jansky ubicó la fuente espacial de ondas de radio en la constelación de Sagitario, muy cerca del centro de la galaxia y de paso inauguró la radioastronomía.
Sin embargo, no se puede escudriñar el centro de la galaxia con un telescopio de luz visible. La luz simplemente no puede salir y es como tratar de ver el centro del bosque a través de los árboles. Pero las ondas de radio sí pueden atravesar el material interestelar, como constató Jansky. La fuente de ondas de radio del centro de la galaxia más tarde se llamó Sagitario A.
En una carta a la revista Nature en 1954 dos astrónomos australianos observaron una región intensas emisiones de radio en Sagitario A y propusieron que esa fuente era el núcleo mismo de la galaxia. Veinte años después Bruce Balick y Robert Brown identificaron una región aún más compacta e intensa, a la que en 1982 se llamó Sagitario A*.
La sospecha de que era un hoyo negro data de poco después, y desde entonces otras observaciones en distintas longitudes de onda han ido precisando la imagen. La culminación de esa etapa de la exploración de Sagitario A* fueron los trabajos de los equipos de Ghez y Genzel.
“Para fotografiar Sagitario A* se produjeron miles de imágenes a partir de los datos que se obtuvieron con el telescopio. Hasta ahora las hipótesis sobre los hoyos negros se confirman, pero después de 20 años de investigación lo que realmente se espera no es tener razón, sino encontrar algo nuevo. Misterios del universo…
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