Línea Fifí
Por Martín de J. Takagui
Poco más de un año y medio le queda de vigencia al gobierno de la Cuarta Transformación que encabeza Andrés López Obrador y, al parecer, las prioridades de su gobierno han cambiado, pues las cosas no resultaron como lo esperaba y porque algunos o los más importantes de sus proyectos no saldrán adelante.
De ahora en adelante, por lo que se ve, lejos de que el Presidente de la República hable de obras, de programas sociales, de atención a la salud, de puentes, escuelas y demás hablará de fraudes electorales, de trampas políticas, de Genaro García Luna, en calidad de cómplice de Felipe Calderón Hinojosa; hablará de todo menos de gobernar e invertir en el bienestar de los mexicanos.
El resultado del Juicio de García Luna en una corte de Nueva York, es el punto de partida y ya se veía venir, desde que al principio del proceso judicial, dedicó, todos los días espacios importantes en sus conferencias mañaneras, para atacar a los conservadores, encabezados por el expresidente Calderón, a los panistas, a los empresarios y a los clasemedieros.
El presidente López Obrador ya no puede y políticamente es incorrecto que hable de sus grandes obras: la única que entregó y no sirve es el Aeropuerto Felipe Ángeles, en Tecámac, Estado de México, en donde salió más caro el caldo que las albóndigas, ya que gastó muchísimos millones de pesos en la cancelación de la obra en Texcoco y en lo que se hizo en Santa Lucía, pero nadie usa esa terminal aérea.
Y es políticamente incorrecto, porque de ninguna manera va a aceptar públicamente que no supo programar, planear y ejecutar sus obras, pues ninguna de las otras, llamadas “obras insignia”, estará lista y funcionando, dando resultados positivos a los mexicanos antes de que concluya su administración.
Ahí está la Refinería de Dos Bocas en su tierra natal, Tabasco, que no refinará un litro de crudo antes de 2026; el Tren Maya que costará más del triple de lo que programó, se convirtió en un ecocidio, pero además ha destruido cientos o miles de lugares donde había vestigios de culturas prehispánicas con información ancestral que hoy es irrecuperable e invaluable.
El proyecto interoceánico, por el Istmo de Tehuantepec, tampoco se ve para cuándo pueda estar listo. Se trata pues, de una serie de obras que, si bien nos va a los mexicanos, quedarán mal hechas después de que el actual presidente acabe su gestión, aunque él insista en que ya cumplió.
Hoy la prioridad de López Obrador, ya no es entregar obras “de relumbrón” como él mismo lo dice, sino atacar políticamente a sus adversarios, impedirles el paso hacia un lugar relevante en los próximos comicios.
Son muchas las formas en que el Presidente de México deja ver que el tiempo se le fue y debe cambiar su estrategia.
Se le cayó el plan B de la reforma electoral, un ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación decretó la suspensión provisional de la entrada en vigor de la primera parte de la reforma, que es, de por sí, anticonstitucional.
El presidente anda desesperado y no se ve cuándo pueda salir del hoyo en que se encuentra, pues para como van las cosas será hasta que salga de Palacio Nacional, a donde nunca tendría que haber llegado a vivir.
Otra de las señales de la desesperación presidencial es que sigue insistiendo en proteger a Claudia Sheinbaum, por encima de cualquiera de los demás candidatos, en la Alcaldía Tlalpan, de la CDMX, sin racato alguno se han instalado lonas, se han pintado bardas y se observa a los promotores de imagen con chaleco guinda impulsando la precandidatura de la jefa de gobierno a la Presidencia de la República, en donde lo que más sobresale es que “es Claudia”.
La Presidencia de la República es el puesto político más importante de México y por lo tanto, sería de suponerse que está reservada para los mejores y más brillantes políticos. Vivimos en el mundo de revés, la actual administración ha devaluado la política, a los políticos y a los puestos que antaño estaban reservados para las mentes y los talentos más avanzados.
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