Por Ivette Estrada
Hay historias que subyugan, encantan y convencen. Se vuelven parte de nuestra realidad e historia. Hay otras, en cambio, que generan indiferencia o franco rechazo. Lo raro es que a alguien le puede parecer magistral y al unísono otro la cataloga de anodina o mala.
A diferencia de las matemáticas o la ingeniería, la escritura es subjetiva, por lo que no se evalúa objetivamente.
Paradójicamente, constantemente consumimos narrativas. Leemos libros, vemos películas, leemos artículos en línea, escuchamos historias…al mismo tiempo, cada uno de nosotros crea narrativas cuando hace una presentación, da una charla o escribe un correo electrónico. Continuamente creamos contenido, generamos una historia.
Aunque escribir es un proceso mágico y creativo en el que las cosas se unen y no hay forma de entender si tendrá éxito o fracasará, dos profesores de mercadotecnia de Wharton aseveran que el éxito o fracaso de una historia no es fortuito. Hay una ciencia que identifica, a través de la lingüística computacional y el procesamiento del lenguaje natural la velocidad, volumen y tortuosidad en las historias.
La historia, contenido o narrativa es un conjunto de ideas que se están despliegan con el tiempo a determinada velocidad. Pero de manera simultánea existen otras escenas después de eso sobre otra cosa. Podemos medir la distancia entre esas ideas, cuán similares o diferentes son.
En una historia se puede ir más rápido o más lento. Puede hablar de dos cosas que están muy estrechamente relacionadas, o puede pasar de una cosa a otra que no está tan vinculada.
Algunos contenidos cubren tantas cosas diferentes que no están necesariamente relacionadas. Otras historias son un poco más estrechas. Abarcan un pequeño conjunto de cosas que están más próximas. Las temáticas abordadas son los volúmenes.
Lo tortuoso es, ¿qué tan directas son las ideas presentadas?, ¿Las historias toman un camino muy lineal de una idea a otra a la siguiente idea, o se duplican, tocan cosas similares que ya abordaron antes, antes de pasar a otras no relacionadas en el futuro?
Al medir velocidad, volumen y tortuosidad, es posible comparar piezas literarias, guiones, libros y contenidos en general, según los profesores de mercadotecnia.
Tales elementos ayudan a pensar en cómo diseñar mejor el contenido: ¿Deberíamos tratar de cubrir mucho terreno o relacionar las ideas más estrechamente entre sí? Si estamos cubriendo el mismo terreno, ¿deberíamos usar un camino muy directo o más de una espiral, donde volvamos a las mismas ideas una y otra vez para profundizar la comprensión en torno a esas cosas?
Tales hallazgos tienen implicaciones para la ingeniería de contenidos. Más diversión, por ejemplo, implica más velocidad y menos volumen, así como una interacción más directa o menor tortuosidad que si es crucial para una novela de misterio, por ejemplo, o para un poema, mientras un artículo académico es más “lento” pero tiene una mayor riqueza de volúmenes.
La pregunta crucial antes de escribir es. ¿qué quiero decir, para qué y para quién? Con tales preguntas podemos seleccionar la velocidad, volúmenes y tortuosidad deseada en las historias que creamos día a día.
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