Por Roger Hershberger, filántropo y creador del Programa de lectura compartida padres e hijos
El Programa de lectura compartida de padres e hijos propone una nueva, ingeniosa, divertida y pedagógica forma de acercarnos para conocer a nuestros hijos y que ellos se acerquen a nosotros a través de la vivencia de cuentos, fábulas e historias compartidas.
Este programa es el aliado perfecto y aliado incondicional que nos da la pauta y “prende la chispa” con creatividad para restituir la imagen perdida o disminuida de los padres frente a sus hijos. Esto en una era donde los medios digitales predominan y se adueñan de las mentes, tiempos, espacios y prioridades. El libro es una invitación a rescatar la imagen y función de los padres como los principales protagonistas en la vida de sus hijos.
La exhortación es buscar el equilibrio entre la tecnología que allana y limita las relaciones interpersonales en un mundo digital y virtual, hacia una realidad interactiva más humana, con la que convivimos y nos compenetramos más y mejor.
Se pretende fomentar y fundamentar valores y criterios a través de la lectura como un hábito recreativo y lúdico que permitirá a nuestros hijos, niños y jóvenes, convertirse en estudiantes triunfadores. Nuestro deseo es forjar futuros adultos equilibrados y balancear mentes sanas con mejores perspectivas de vida.
Uno de los objetivos del Programa de lectura compartida de padres a hijos es mentalizar a las nuevas generaciones en la preservación, valoración e importancia del libro, como una herramienta perpetua de conocimiento, investigación y enseñanza.
Cuando los niños tienen de cuatro a 12 años, están en la etapa de la baja y alta niñez. Es el momento donde podemos llegar al intelecto de nuestros hijos y darles la orientación adecuada.
Sin embargo, existen algunos casos en los que el iniciamos nuestro programa en preadolescentes y adolescentes. El programa, entonces, se convierte en un medio de intermediación y comunicación entre padres e hijos durante esta etapa de grandes cambios.
Pero el programa no está delimitado a un lapso temporal: en la edad adulta y hasta tener 100 años o más, podremos seguir siendo niños y utilizar el programa con la agradable compañía de nuestros amados adultos mayores. Prueba de esto es la referencia del club de lectura que se desarrolla desde hace algunos años en algunos asilos y casas de reposo para personas de la Tercera Edad.
En Ciudad Victoria, Tamaulipas, participaron en nuestro muestreo padres de familia con menores de entre cuatro y 14 años. Se lograron positivos resultados: familias más integradas, con hijos más comprometidos a entenderse con sus padres y, al unísono, padres que apuntalaban el desarrollo y educación de sus hijos.
Logramos unir familias, hacer y concretar proyectos de vida donde la familia se ve como un equipo fuerte, sólido, comprensivo, conciliatorio y de apoyo afectivo y moral en todos los aspectos.
Los nuevos lectores, resultado de nuestro Programa de lectura compartida de padres a hijos, documentan visitar regularmente las bibliotecas de la entidad.
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