PULSO/
Eduardo Meraz
Si algo caracteriza las campañas no campañas de aspirantes de Morena, es el derroche de recursos. En ellas, la austeridad republicana brilla por su ausencia, mientras las autoridades electorales miran para otro lado.
En la práctica, el oficialismo ha demostrado con creces ser fiel intérprete de la máxima de Carlos Hank González: «un político pobre es un pobre político».
Por lo visto en las recientes semanas, los guindas han puesto todo su empeño en apartarse de los principios del presidente totalmente Palacio Nacional, de que no puede haber «gobierno rico y pueblo pobre».
El morenismo y aliados, quieren dejar claro que la pobreza franciscana no es lo suyo. «Campaña rica, candidatura segura», es el nuevo lema al cual se aferran tanto o más que a un «bastón de mando».
En las recientes semanas hemos visto un despliegue publicitario de enormes proporciones, aun cuando oficialmente las campañas no inician. Están convencidos de que entre más ostentosa sea la exhibición, mayores posibilidades de triunfo tendrán.
Sin embargo, el origen de esa «riqueza temporal» para venderse a los electores difícilmente es garantía de victoria, pues genera dudas y escepticismo entre la población.
Se supone que las prerrogativas a los partidos políticos, serían la única fuente de financiamiento para realizar actividades proselitistas. Y el partido en el poder, por el número de votos obtenidos en las dos últimas elecciones federales, difícilmente padece estrechez alguna.
Es más, había anunciado a los cuatro vientos donar la mitad del dinero público para causas tan nobles como la adquisición de vacunas contra el Covid. Pero resultó uno más de sus engaños, pues ya se reveló que nunca hizo ninguna devolución.
Esa es una de las razones por las cuales el partido guinda gasta a manos llenas. Y por lo visto hasta el momento, no es la única fuente de sus ingresos. De acuerdo con declaraciones de dirigentes y aspirantes siempre encuentran almas caritativas dispuestas a desprenderse de parte de su patrimonio para ayudar al cuatroteísmo.
Entre la gente bondadosa y «buena ondita» con la que se tropiezan con frecuencia inusitada, también se encuentran servidores públicos de todos los niveles, dispuestos a darle un pellizco al presupuesto, ya sea inflando precios, compras simuladas y un amplísimo acervo de prácticas apartadas de la ley.
A la par de esa ofensiva publicitaria, las ambiciones de los aspirantes a cargos de elección popular crecen de forma desmedida. De ahí los urgentes y vehementes llamados a preservar la unidad de un movimiento que ya perdió el rumbo.
La inminente ausencia del líder en fecha ya no tan lejana, motiva el derroche y despierta los apetitos cuatroteístas de acceder al «Maná» si logran la victoria.
Así entienden en Morena el lema: «primero los pobres».
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Puebla es el más claro ejemplo de la guerra fratricida por alcanzar una nominación. Los Mier dan pena ajena.
@Edumermo
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