Por Ivette Estrada
El recuerdo más antiguo de mi infancia me remite a una sala silenciosa donde mi padres y hermanos leían. Es una evocación de deleite que repaso ahora al pasar las hojas de un libro. Ese placer crece con el tiempo y releer algo me conduce a veredas nuevas. Es un paseo por mi propia vida y la de otros, un recorrido por tiempos y geografías que la imaginación reconstruye y vuelve únicas.
Leer es uno de mis mayores deleites y también el sortilegio para ahuyentar fantasmas y evocaciones y regresar a mi realidad, más feliz que cuando comencé a leer.
Más aún: los niños que comienzan a leer por placer temprano en la vida tienden a desempeñarse mejor en las pruebas cognitivas y tienen una mejor salud mental cuando entran en la adolescencia.
En Psychological Medicine, investigadores en el Reino Unido y China encontraron que 12 horas a la semana era la cantidad óptima de lectura, y que esto estaba relacionado con una mejor estructura cerebral.
Leer por placer puede ser una actividad muy agradable de la infancia. A diferencia de la escucha y el lenguaje hablado, que se desarrollan rápida y fácilmente en los niños pequeños, la lectura es una habilidad enseñada y se adquiere y desarrolla a través del aprendizaje explícito a lo largo del tiempo.
Durante la infancia y la adolescencia el cerebro se desarrolla, por lo que este es un momento importante para establecer comportamientos que apoyen el desarrollo cognitivo y promuevan una buena salud cerebral. Sin embargo, hasta ahora no ha estado claro qué impacto sobre el desarrollo cerebral, cognición y salud tenía leer desde temprana edad.
Para investigar esto, investigadores de las universidades de Cambridge y Warwick en el Reino Unido y la Universidad de Fudan en China, analizaron los datos de la cohorte de Desarrollo Cerebral y Cognitivo Adolescente (ABCD) en Estados Unidos, que reclutó a más de 10,000 adolescentes jóvenes.
El equipo analizó una amplia gama de datos, que incluyeron entrevistas clínicas, pruebas cognitivas, evaluaciones mentales y conductuales y escáneres cerebrales, comparando a los jóvenes que comenzaron a leer por placer a una edad relativamente temprana (entre dos y nueve años) con aquellos que comenzaron a hacerlo más tarde o no lo hicieron en absoluto. Los análisis controlaron muchos factores importantes, incluido el estatus socioeconómico.
De los 10.243 participantes estudiados, poco menos de la mitad (48%) tenía poca experiencia de leer por placer o no comenzó a hacerlo hasta más tarde en su infancia. La mitad restante había pasado entre tres y diez años leyendo por placer.
El equipo encontró un fuerte vínculo entre la lectura por placer a una edad temprana y un rendimiento positivo en la adolescencia en las pruebas cognitivas que midieron factores como aprendizaje verbal, memoria y desarrollo del habla, así como en el rendimiento académico escolar.
Los niños que comenzaron a leer por placer antes también tendían a pasar menos tiempo frente a la pantalla, por ejemplo, viendo televisión o usando su teléfono inteligente o tableta, durante la semana y los fines de semana en su adolescencia, y también tendían a dormir más tiempo.
Leer es una llave a distintos mundos y realidades. También el antídoto a muchos males como la incomprensión. ¿Y ejercicio cerebral!
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