La Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos subió el miércoles en un cuarto de punto porcentual su principal tipo de interés oficial por décima vez consecutiva desde marzo de 2022, para frenar la inflación pese a señales de ralentización de la economía y la reciente crisis bancaria.
El principal tipo de interés se sitúa ahora en una horquilla del 5,00% al 5,25%, la más alta desde 2006, tras una decisión unánime.
Los responsables de la Fed afirmaron en un comunicado que observarán los efectos de sus decisiones para decidir si endurecen más la política monetaria hasta llevar la inflación a la meta de 2,00%.
Actores del mercado esperan ahora una pausa en las alzas, que elevan el costo del crédito para hogares y empresas pero, al frenar la actividad económica, deberían contribuir a aliviar la presión sobre los precios.
En su comunicado, los responsables de la Fed parecieron menos firmes sobre futuras alzas de tipos que en reuniones anteriores.
Dijeron que observarían los efectos de las sucesivas decisiones y el plazo en que hicieron efecto en la economía real, así como “la evolución económica y financiera”, para decidir si es necesario un mayor endurecimiento para que la inflación se ubique en la meta de 2,00%.
Su presidente, Jerome Powell, repite desde hace meses que llevar la inflación de vuelta a la meta de 2% será un esfuerzo largo y difícil pero también necesario porque, de lo contrario, a largo plazo tendría consecuencias aún más nefastas.
La economía estadounidense ha resistido pero ahora muestra signos de desaceleración, esperados desde hace tiempo y finalmente visibles.
La semana pasada, el crecimiento del primer trimestre fue del 0,3% en los tres últimos meses de 2022 y sólo del 1,1% anualizado. Y la probabilidad de una recesión es ampliamente anticipada por los mercados.
“El endurecimiento monetario y las recientes tensiones en el sistema bancario conducirán a una leve recesión, aunque más fuerte de lo que habíamos previsto”, declaró a la AFP Ryan Sweet, economista jefe de Oxford Economics.
Por otra parte, la fragilidad de algunos bancos volvió al primer plano con la quiebra del banco regional First Republic, finalmente comprado el lunes por el gigante JPMorgan Chase, el número uno del sector.
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