PULSO
Eduardo Meraz
Forzado por las circunstancias derivadas del trasiego y estado de negación por el fentanilo, el presidente totalmente Palacio Nacional, está entre la espada y la pared, es decir en medio de las diferencias entre El Tío y La China.
En vísperas de los días de guardar, el mandatario que no debe ser nombrado, ufano cual es su insana costumbre hizo pública una más de las cartas que gusta de enviar a dignatarios, al presidente chino Xi Jinping, en este caso presionado por Estados Unidos, sobre los embarques ilegales de fentanilo provenientes de su territorio a México.
En su lógica ranchera y pedestre, creyó iba a encontrar respaldo del gobierno del país asiático si se quejaba del maltrato estadounidense y, por tanto, China iba a aceptar y confesar -sin más ni más- ser autor de ilícitos en el tráfico de opioides y precursores.
Siendo benevolentes y generosos con el ejecutivo mexicano sin nombre, sin palabra y sin imaginación ni prudencia, pecó de ingenuo. Así como él niega ante su socio comercial que en México se produzca y consuma fentanilo, esperar la aceptación de culpa de China sería y es algo más que una soberana tontería.
Por insólita y fuera de lugar su petición al gobierno del gigante asiático mereció la respuesta no del mandatario, sino de una funcionaria de tercer nivel, con lo cual quedó en evidencia, primero, que México está muy lejos de tener el control absoluto de puertos y aduanas, no obstante estar bajo el resguardo y vigilancia de las fuerzas armadas.
La solicitud de contar con información, con pelos y señales, de los envíos del opioide procedentes de China, confirmó que el habitante temporal del palacio virreinal desconfía de la veracidad de los “otros datos” que le proporcionan sus subordinados o, como en muchos otros rubros, vive en una realidad alterna en donde predomina el engaño y la simulación.
Segundo, y en coincidencia con Estados Unidos, el gobierno chino recalcó la necesidad imperiosa del cuatroteísmo de hacer más para combatir la fabricación y distribución de fentanilo, con lo cual deja en entredicho la versión oficial de que México se distingue por ser un país que más esfuerzos realiza en este campo.
Por el lado de Estados Unidos, el congresista republicano Dan Crenshaw al reiterar sus exigencias al mandatario mexicano de reforzar sus acciones contra el tráfico de fentanilo, desmintió al gobierno chino en el sentido de no enviar esa droga o los precursores para su elaboración hacia México.
Vale la pena recordar la insistencia de congresistas estadounidenses del Partido Reublicano en clasificar a los cárteles de la droga mexicanos como agrupaciones terroristas y, de aceptarse su propuesta, la administración de Joe Biden tendría el sustento legal para aplicar acciones más vigorosas e impedir el trasiego de drogas hacia Estados Unidos desde México.
De manera significativa, a fin de quitarse de encima la vigilancia y supervisión norteamericana, en lo que va del año, las fuerzas armadas y la Guardia Nacional han dado a conocer con regularidad haber confiscado importantes cantidades de fentanilo y de precursor, así como la destrucción de “cocinas” -laboratorios- donde se elaboran pastillas del estupefaciente.
Vistas así las cosas, está visto que las “cartas a Eufemia” de parte del presidente totalmente palaciego nunca logran su objetivo. En el mejor de los casos, la no respuesta de los destinatarios ha sido el menor de los males, pues cuando hay réplica termina recibiendo lecciones y deteriora las relaciones con los gobiernos de sus homólogos.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Más de 500 muertos en Semana Santa y la aparición de decenas de migrantes centroamericanos secuestrados o viviendo en condiciones deplorables, son ejemplo claro del fracaso de las políticas de seguridad emprendidas por el oficialismo, pues la violencia sigue imparable y la crisis migratoria amenaza desbordarse.
@Edumermo
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