PULSO
Eduardo Meraz
Además de envallado, el habitante de Palacio Nacional debe estar muy inquieto, pues las señales poco halagüeñas sobre su gestión se multiplican y deben quitarle el sueño. Puede decirse que sus errores se han convertido en un cerco nunca previsto por él y cada vez más estrecho.
Muy atrás, a punto de caer en el olvido, está la imagen del primer mandatario asomándose por una puerta lateral del palacete para saludar a los transeúntes, sonriente y seguro del destino manifiesto imaginado, ocupando un lugar descollante en la historia del país.
Sin embargo, acontecimientos como la pandemia y la invasión de Rusia a Ucrania, en vez de haberle caído como anillo al dedo como suponía, han puesto a descubierto la falta de preparación -para decirlo con suavidad- del ejecutivo y sus principales colaboradores en eso de la gobernanza.
Sus principales proyectos económicos, sociales y políticos iniciales, han tenido más tropiezos que avances. Programas y obras chafas, costosas y con poca funcionalidad son fiel reflejo del gobierno cuatroteísta; la austeridad republicana y pobreza franciscana gubernamentales han salido -diría el pueblo bueno y sabio- más caro el caldo que las albóndigas.
Con una política engañosa, el presidente totalmente Palacio Nacional quiere convencernos de ser cuidadoso de los pesos y por eso nadie debe ganar más que él, pero pierde cifras multimillonarias en la construcción de un aeropuerto, un tren y una refinería que ya han costado el doble de lo presupuestado y amenazan nunca ser rentables.
Es decir, los mexicanos pagamos en estos momentos carísimos los caprichos del mandatario que no debe ser nombrado, con el agravante de que nos deja una deuda eterna superior al Fobaproa bancario.
Sus obras insignia y el supuesto rescate de Pemex y la Comisión Federal de Electricidad tendremos que pagarla varias generaciones y quizá muchos de nosotros nunca veremos el fin de esa deuda y mucho menos que puedan operar sin necesidad de subsidios, de chutarme nuestros impuestos.
El huachicoleo no se acabó. Al contrario, es un negocio boyante con la complacencia -contante y sonante- de funcionarios públicos y se ha extendido a otros campos diferentes a las gasolinas y el gas.
En lo social, los programas instaurados por el gobierno cuatroteísta poco y nada han contribuido a aminorar las desigualdades y, en cambio, se han convertido en fuente de corrupción y malos manejos. El caso de Segalmex, donde se desconoce el destino de 15000 millones de pesos, es el más notorio, aunque para nuestra desgracia no el único.
Y el que se creía el rey de todo el mundo, poco a poco va mordiendo el polvo. Las tres reformas estructurales que se propuso realizar en la segunda mitad de su mandato terminarán siendo desechadas, por el Poder Legislativo.
Ante estas derrotas, elabora planes alternos, con acciones francamente ilegales, que están siendo controvertidas en la Corte y podrían sufrir reveses o modificaciones. Con ello, sus intentos de apoderarse de áreas en el Poder Judicial y órganos autónomos es el último recurso al que apela el mandatario sin nombre y sin palabra.
La falta de probidad en la acciones del cuatroteísmo han trascendido fronteras y lo ha llevado a expandir la ola de conflictos con el exterior, en especial con sus socios comerciales, a los que difícilmente podrá verles la cara y le cobrarán con intereses posibles agravios.
Así los errores cometidos, que se van acumulando, ya le restan capacidad de maniobra al mandatario y el cerco de las facturas por cobrar cada vez se aproxima más a las habitaciones palaciegas, que parecen convertidas en refugio familiar.
He dicho.
Discussion about this post