Por Ivette Estrada
En el mundo virtual se agazapan sombras y peligro. La trasnacional ESET, firma líder en seguridad cibernética, detecta las formas de violencia más comunes contra las mujeres: chantaje, ciberacoso y discursos de odio, tres monstruos que desatan lo peor del mundo virtual.
Uno es el chantaje, la amenaza. Ocurre cuando se amenaza con revelar información difamatoria o perjudicial sobre una persona si no se paga determinado precio. El precio no siempre es monetario: puede incluir favores sexuales o control emocional sobre la persona afectada.
Un caso especial es el de la porno venganza: cuando alguien publica contenido como fotos o videos sin el consentimiento de la parte afectada, ya sea para provocar humillación o vender el contenido a terceros. Tanto en el caso de que las fotos hayan sido obtenidas por hackeo, como por acceso físico a dispositivos o incluso por confianza, no se debe estigmatizar la práctica del sexting en sí.
Violar esa intimidad es un delito, y se deben tomar las denuncias con seriedad; frases como: “es tu culpa” o “tú te lo buscaste” no deben ser aceptadas como respuesta a la preocupación de la víctima. Siempre debe delatarse este crimen.
El ciberacoso, por otra parte, es el otro monstruo. Tiene que ver con el hostigamiento, humillación e injurias sufridas a través del uso de medios digitales.
Comprende la suplantación de la identidad, creación de perfiles falsos online, e incluso la vigilancia a través de spyware mediante el software que se instala en el ordenador sin que un usuario tenga constancia de ello o mediante el acceso a los perfiles de redes sociales.
En muchos casos los atacantes se escudan detrás del anonimato e incitan su campaña de odio mediante el uso de hashtags y publicaciones para que sean compartidas por grupos de personas.
Al sufrir estos ataques, es conveniente bloquear al acosador e intentar cortar las vías de comunicación de inmediato. En el caso de que los mensajes abusivos prosigan, se deberían guardar copias de las comunicaciones para acudir a las autoridades a denunciar.
El tercer tipo de violencia, el tercer monstruo, son los discursos de odio: Refiere a cualquier expresión que trivializa, glorifica o incita a la violencia de género. No debe confundirse con la libertad de expresión, que es un derecho universal, pero que tiene limitaciones en tanto entra en contacto con otros derechos.
En la mayoría de los países, el discurso de odio está prohibido cuando incita a la violencia o acciones perjudiciales contra otras personas. Uno de los escenarios que más se repite tiene que ver con el discurso de odio contra periodistas mujeres, sobre todo cuando se abordan temas históricamente dominados por hombres, como deportes, juegos o política.
Una mujer que destaca es blanco de este tipo de ataques.
Ahora la pregunta clave es ¿Cómo minimizar o disolver a los tres?
ESET recomienda utilizar una contraseña fuerte y no repetirla en varios sitios y evitar enviar información sensible desde redes públicas como bares o cafés y utilizar un PIN o código de bloqueo para evitar el acceso físico al dispositivo móvil.
Asimismo, la empresa de seguridad cibernética recomienda utilizar un software antivirus: es el mejor antídoto contra las malas acciones del mundo virtual.
Un consejo final: jamás se debe tolerar ningún indicio de violencia, sea cibernético o real, porque siempre actúa de manera ascendente: una palabra se transforma en golpe y devastación. Y eso ocurre con los monstruos también, las amenazas tienen fuertes implicaciones en el mundo real.
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