PULSO
Eduardo Meraz
Ante la oleada morada de miles rodeando el envallado -y expropiado- Palacio Nacional, para demostrarle al habitante temporal de la edificación su absoluta ignorancia sobre la violencia de todo tipo de la cual son víctimas las mujeres mexicanas, el mandatario palaciego encalló, una vez más, en el gigantesco arrecife del movimiento feminista.
Atolón multiplicándose por todo el territorio nacional. Este 8M de 2023 fue testigo de cómo en las principales ciudades del país la creciente marea feminista refuta la palabrería hueca del presidente totalmente palacio virreinal de que su movimiento seguirá y es defensor de los derechos de las mujeres.
El estentóreo clamor morado de “ni una más” retumbó por los cuatro puntos cardinales, como diría el clásico: de costa a costa y de frontera a frontera, y está provocando un encalladero de autoridades de todos los signos, por la insuficiente e indiferente respuesta gubernamental para garantizar equidad, seguridad y la vida de más de la mitad de la población.
Voces e historias de hijas, madres, hermanas, amigas agraviadas se escucharon por calles y avenidas. Narraciones, muchas de ellas terroríficas, apartadas del discurso del oficialismo encallado en los otros datos y las cuentas alegres que la realidad cotidiana desmiente.
El ejecutivo sin nombre y sin palabra se siente cómodo en su encierro palaciego; se resguarda junto a un centenar de subordinadas, para celebrar el Día Internacional de la Mujer y desde ahí pontifica:
“Yo pienso que esa consigna de que ‘la cuarta transformación debe ser feminista o no será’, ya se quedó atrás, porque la cuarta transformación es feminista. Es más, ya eso se logró, fue una la lucha de muchos años de mujeres y del movimiento democrático y ahora lo que tenemos que tomar como objetivo es consolidar la transformación del país, consumar la transformación que hemos iniciado”.
Y para reforzar sus dichos, queda la imagen de la secretaria de Seguridad Pública, Rosa Icela Rodríguez, aceptando con resignación que el mandatario le ponga la mano en la cabeza, cual si fuera una más de las mascotas presidenciales. Retrato fiel de la cuarta transformación feminista.
Fuera del fortificado palacete, miles de mujeres víctimas de abusos, acosos, falta de oportunidades, humillaciones hacen resonar sus voces de estruendo en la Plaza de la Constitución; ahogan el silencio o las mentiras oficiales con sus reclamos de una vida digna y sin violencia en todos los espacios, públicos y privados, y claman por justicia efectiva.
Y justo a un costado de Palacio Nacional, se escucha la voz de la ministra presidente de la Corte, a quien el vecino, en las redes sociales y con escenificaciones en la sede de la SCJN se pretende acallar.
Al hacer una defensa de las protestas del sector femenino este 8M, la ministra Norma Piña sostuvo que “las únicas voces que hoy se deben oír son las de ellas, las de ustedes, las escucho”, y reconoció las deudas históricas del sistema de justicia con las mujeres.
Aun cuando próximamente se conmemorará en el Zócalo capitalino un aniversario más de la expropiación petrolera, lo cierto es que la Plaza de la Constitución tiene nuevos colores: rosa y morado, pues el guinda palidece ante el envallado y encallado proyecto transformador.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
El fiscal general, Alejandro Gertz Manero, se reunió con el embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, y con la asesora de seguridad de la Casa Blanca, Liz Sherwood-Randall, con quienes habló de la lucha contra el tráfico de fentanilo y la delincuencia. ¿Se acabaron los abrazos?
@Edumermo
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