PULSO
Eduardo Meraz
El arranque de la lucha electoral en Coahuila y el estado de México esboza una recomposición de fuerzas políticas, tanto para los comicios del presente año como para la gran batalla del 2024, totalmente diferente a las elecciones de 2021 y por supuesto a las de 2018.
En las elecciones estatales en el presente año, en dos entidades priistas de larga data, las asociaciones entre el partido gobernante y sus aliados han dejado de tener la solidez de hace cinco años.
Si algo caracteriza a las agrupaciones políticas minoritarias o casi marginales de México es el olfato para estar cerca de las fuerzas ganadoras y de esa manera asegurarse el acceso a las prerrogativas de la ley.
Poco más de dos décadas de utilizar esta estrategia confirman lo exitoso de la misma en los casos del Partido Verde Ecologista de México (PVEM) y el Partido del Trabajo (PT), aunado a su papel de bisagra o fiel de la balanza en las tareas legislativas.
En Coahuila, la postura «separatista» asumida por ambos partidos al presentar candidatos a gobernador propios, estaría motivada por la necesidad de afianzarse en lo individual ante la imposibilidad legal de inmortalidad, vía la transfusión de votos guindas, para llegar al tope mínimo requerido para conservar el registro.
Comportamiento distinto al asumido por este binomio político en el caso del estado de México, al mantener su alianza con Morena.
La posición «bipolar» asumida por PVEM y PT se enmarca en el escenario visualizado en Palacio Nacional de «ceder» Coahuila a la oposición y quedarse con el estado de México y dejar a Morena en mejor posición hacia la elección presidencial de 2024.
Tales expectativas pueden malograrse si verdes y petistas otean en la atmósfera político-electoral un cambio de dirección en las preferencias ciudadanas.
Las escaramuzas registradas en los procesos de selección de candidatos para las gubernaturas mexiquense y coahuilense muestran el desgaste guinda. Los malabares realizados para evitar divisiones, es un cúmulo de simulaciones difíciles de ocultar.
De ahí el llamado a los gobernadores morenistas para que otorguen piso parejo a las corcholatas oficiales que, en fechas recientes, traen al santo de espaldas y poco cosas les salen bien, por lo cual la métrica de cada uno de ellos ya topó en su máximo nivel.
Con base en esos elementos, los hoy aliados de Morena podrían verse tentados a decirle adiós a los muchachos integrantes de la coalición Juntos Haremos Historia, por no tener la seguridad de un triunfo incuestionable.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Gracias a Alejandro Moreno y la dirigencia que encabeza, ¿los priistas de base aceptarán otorgar «la prima nocte» de las candidaturas presidencial y de la Ciudad de México a Acción Nacional?
@Edumermo
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