El conservador británico Rishi Sunak fue nombrado primer ministro el martes, el tercero este año tras Boris Johnson y la efímera Liz Truss, con la promesa de “corregir” los “errores” que agravaron la crisis económica, aunque advirtió que requerirá “decisiones difíciles”.
Este multimillonario exbanquero de 42 años, nieto de inmigrantes indios, llega al poder en un momento muy complicado.
Se enfrenta a una crisis económica y social agravada por los planes ultraliberales de Truss en tiempos de altísima inflación, a la fractura del Partido Conservador que no deja de crecer desde el referéndum del Brexit en 2016 y a la necesidad de convencer al país de su legitimidad como jefe de gobierno.
“Se cometieron algunos errores”, reconoció en su primer discurso, pronunciado frente a la célebre puerta negra del número 10 de Downing Street. “He sido elegido como líder de mi partido y su primer ministro, en parte para solucionarlos, y ese trabajo comienza inmediatamente”, aseguró.
Prometió colocar “la estabilidad y la confianza económicas en el centro del programa de este gobierno”, pero advirtió de que para ello “habrá que tomar decisiones difíciles”.
“El bien del país”
Sunak fue designado el lunes nuevo líder del gobernante Partido Conservador.
Un día después, durante una audiencia en el Palacio de Buckingham, el rey Carlos III, que llegó al trono tras la muerte de Isabel II el 8 de septiembre, le invitó a formar gobierno en su calidad de líder de la mayoría parlamentaria.
Se convierte así en el primer jefe de gobierno británico surgido de una minoría étnica y el más joven en más de 200 años.
Carlos III recibió antes la dimisión oficial de Truss, de 47 años, que el jueves se vio obligada a renunciar, por la presión de los mercados y de su partido, debido al caos financiero que causó con sus polémicas políticas fiscales en solo siete semanas en el cargo.
“Deseo a Rishi Sunak todo el éxito por el bien de nuestro país”, afirmó en un breve discurso de despedida.
El nuevo jefe de gobierno debe nombrar el martes a su equipo. El ministro de Finanzas, Jeremy Hunt, designado por Truss hace 11 días, podría conservar su delicada cartera.
Múltiples retos
En el plano internacional, Sunak prometió seguir apoyando a Ucrania contra la invasión rusa, una “guerra terrible que debe llevarse a cabo con éxito hasta su conclusión”. Londres se comprometió a ayudar a Kiev con hasta 2.300 millones de libras (2.600 millones de dólares), más que cualquier otro país salvo Estados Unidos.
Rusia no tiene “ninguna esperanza” de mejorar sus relaciones con el Reino Unido tras el nombramiento de Sunak, declaró el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, desde Moscú.
El nuevo primer ministro también deberá decidir si, en un intento de unificar un Partido Conservador profundamente dividido, nombra en su gabinete a alguno de los diputados que no lo apoyaron, como su rival por el cargo, la ministra de Relaciones Parlamentarias Penny Mordaunt.
Además de la crisis económica, que puede ver al Reino Unido paralizado por las huelgas este invierno, y las luchas intestinas entre los conservadores, Sunak deberá superar el reto de asentar su legitimidad ante una opinión pública que no votó por él.
El Partido Conservador obtuvo con Johnson una aplastante mayoría legislativa en 2019, la mayor de la derecha británica en 40 años.
Pero desde entonces el país ha cambiado dos veces de primer ministro. La primera vez, con Truss, mediante una votación en que participaron únicamente unos 170.000 afiliados del partido. La segunda, con Sunak, gracias solo al apoyo de unos 200 de los 357 diputados conservadores.
En este contexto, un 62% de los votantes británicos, en un país de 67 millones de habitantes, quiere que se convoquen elecciones generales anticipadas antes de fin de año, según una encuesta de Ipsos.
Las próximas legislativas están previstas en enero de 2025 a más tardar y aunque el opositor Partido Laborista tiene una enorme ventaja en los sondeos no puede forzar por sí solo un adelanto. Para ello necesitaría que decenas de diputados conservadores se rebelasen contra el gobierno y votasen con la oposición, lo que parece más que improbable dado su anunciada debacle electoral.
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